22 de marzo de 2010

A solas conmigo

Hace un tiempo que vengo tratando de reacomodarme a estar sola. Son meses en lo que estuve teniendo bastante charlas con mi cabeza y pensando en nuevas formas de como estructurar mi vida.Al principio fue dificil no levantarme con esa tranquilidad de saberme acompañada, de saberme amada. Pero poco tiempo después, me tuve que hacer la idea de que todo había cambiado y empezaba a transitar esta nueva etapa. Descubrí cosas increíbles, como disfrutar de momentos de soledad, que antes ni siquiera prestaba atención. Como prepararme lentamente unos mates cuando me despierto y abrir ese paquete de melbas que hacen de mi desayuno una combinación perfecta, girar la cabeza y ver a mi perra semi-dormida como me mira, es una rutina, pero la disfruto como si cada día ese ritual fuera diferente. Lo mismo cuando estoy leyendo un libro en el balcón y el sol me pega en las piernas, respiro y me digo a mi misma: cuanto me estuve perdiendo este tiempo.
La soledad mientras dura, es un período al que uno debe respetar, pero sobre todas las cosas, saberlo llevar con la mayor de las felicidades, porque en los encuentros con uno mismo, también uno se convierte en un ser más grato para los demás.
Cocinar descalza, con el pelo atado, cortando las cebollas en mini-rodajas, los pimientos rojos y verdes en la tabla de madera en cubos chiquitos, con opera de fondo o un buen bolero cubano que me conmueve el corazón, son momentos que me los guardo para mí, porque no son más que asombrosamente maravillosos y gratificantes.
Como todo, se trata de un aprendizaje.

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