29 de abril de 2010

Mal de alturas.

¿Será el otoño que nos hace sentir en la piel la necesidad de lo no encontrado? ¿Serán las canciones de las 2am de un jueves las que nos despiertan un poco el alma? Dónde encontrar aquello que parece perdido, olvidado, en algún rincón de buenos aires, en algún beso de despedida de hace años atrás. Dónde buscar eso que nos hace sentir vivos y despegarnos de lo estático. El miedo de sabernos lastimados nos paraliza, nos aniquila para no ver lo que conmueve. El miedo de la repetición, nos hace débiles y nos lleva a lugares cobardes, donde el amor nunca entra. Quiero dejarme llevar por las madrugadas espontáneas y por el nuevo frio de un mayo que se aproxima como renovador y con la esperanza de nuevos despertares, pero tengo miedo. Como superar las marcas, como sentir que en nuevos brazos vamos a sentir el calor que nos conforta y nos sana. La vulnerabilidad nos despoja, nos desnuda, nos deja descubiertos hasta el más minímo detalle. Quiero sentir que los domingos son cálidos aún en invierno y que los discos que me hacían llorar son ahora los que escucho con vos, apoyada en el hueco de tus axilas, mi refugio.
Tengo mal de alturas, prefiero seguir tus pasos? suena el mar.

Suena el mar. Y todavía no puedo perder el miedo.
Ayudame a sanar.



8 de abril de 2010

La acción de dormir

El dormir siempre suele estar asociado a un estado de cansancio del cuerpo, de fatiga, de fiaca, de mucha fiaca. El dormir nos recuerda el momento del silencio, de los momentos pre-conscientes antes de cerrar los ojos, de las horas que tenemos de reposo antes de hacer algo, de volver a nuestra rutina. Es una necesidad.
A mi, sin embargo, siempre gustó asociarlo, mas que a la idea de la necesidad, a la idead del deseo. El desear dormir, vuelve a esta acción cotidiana y rutinaria, una de las tareas mas placenteras del ser humano.
Me gusta pensar que cuando llego, voy a des-vestirme, a sacarme las zapatillas, después las medias, por último el corpiño que da una especie increible de sensación liberadora y acto seguido procedo a vestir una de esas remeras grandes que tengo reservadas para la hora del sueño. Me suelto el pelo, destiendo la cama, apoyo los almohadones que están al pie de la cama en el mueble más próximo y me acuesto, sintiendo las sábanas en mi piel y el olor de mi almohada, que solo yo puedo reconocer, y eso me gusta. Es mi almohada, mi comodidad, mi elección para ese momento único y tan grato como ver la lluvia un domingo a la tarde. O más bien tan grato como saborear, lentamente, ese pedazo de torta que elegis a la hora de la golosidad qque saben hacer de lo sencillo ,un acto de extrema satisfacción oral.

Dormir es una degustación lenta y única de cada persona. Podés dormir boca arriba, para un costado, boca abajo, ir combinando cada una de estas a lo largo de las horas o simplemente dejarte llevar por la casualidad del momento. Yo elijo dormir de costado combinado con la posición bicho bolita, sí lo denominé así.

Para dormir, solo hay que cerrar los ojos, dejarse llevar y tratar de captar todos esos pensamientos que nos vienen en el momento previo al sueño, ya que es el momento más lúcido de nuestro día, tan contradictorio como cierto.


4 de abril de 2010

La conexión inevitable

"Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes".
(Milan Kundera- La insoportable levedad del ser)

Nunca fui de esas personas que creen que exista un destino o que nuestras vidas esten predeterminadas de antemano, pienso que somos consecuencia de cada una de nuestras decisiones, de nuestros pensamientos, así sean estos los más ínfimos e inocentes que parecen no tener repercusión alguna.Pero si la tienen, somos resultado de nuestros actos y cada uno de nuestros movimientos en el paso por la tierra.
Pero por otro lado, siempre creí, y creo, que conocer ciertas personas a lo largo de la vida, nos transforma de formas inesperadas, nos moldea y nos constituye casi tanto como nuestras decisiones y nuestros actos. Es maravilloso la forma en que por milésimas de segundos, ciertas personas entran en nuestra vida para quedarse, algunas solo unas horas, otras meses, otras años y otras de por vida. Esas personas, amigos, conocidos, maestros, vecinos o simplemente alguien que un día cruzamos en la calle y solo bastó que reprodujera una palabra para marcarnos y dejar en nosotros una huella que permanece a lo largo del tiempo, son a las que me refiero. La trascendencia en el mundo, a mi manera de ver las cosas, simplemente es eso, nuestra capacidad para dejar en el otro algo, pensamientos y hechos que trasciendan más allá del tiempo y el espacio. Esa es la eternidad, esa es nuestra forma de darle sentido a una vida, que por momentos parece ser solo ocasional y finita. Creo que no hay plenitud más grande de dejar en otro, algo. Ese algo tiene que ver con enseñanzas muchas veces, pero también con alegrías, con tristezas, con formas de percibir una cosa, con la música, con la palabra.
Saber que alguien conoció una canción por mí y ahora en más la escucha y le conmueve por momentos, es tan simple como complejo y perfecto. También que alguien alguna vez se haya alegrado por una sonrisa ocasional o una palabra de aliento dada a tiempo es más hermoso.
En el secundario, tuve la oportunidad de tener de profesora a una persona increiblemente maravillosa, que amaba enseñar y dejarnos algo, teorías que según ella era importante saberlas, porque en la facultad seguro las íbamos a ver y quería ayudarnos. Tuvo mucha razón, hasta el día, a un año de recibirme, sigo viendo esas teorías, esos autores y me acuerdo de ella y solo puedo sonreir. Hoy no está más en este mundo, pero sigue trascendiendo en mi vida de una forma increible.
Todos dejan huellas en nosotros, aquellos que en algún momento nos hicieron sentir que podíamos ser las personas más felices del mundo con solo mirarnos o tocarnos y también los que nos hicieron llorar, los que nos rompieron una y otra vez el corazón, y las que hoy, en lo cotidiano nos acompañan a diario y llenan de sentido nuestra vida.
La conexión en la multiplicidad del mundo es tan inexplicable como real y perfectamente milagrosa.

2 de abril de 2010

Las lágrimas van al cielo
Y vuelven a tus ojos desde el mar.


(Jorge Drexler-Sanar)

Mientras escribo, puedo oír a través de la ventana el sonido de las olas, el sonido de un mar furioso de noche. Sinceramente, es uno de los sonidos más lindos que escuché y lo disfruto cada vez más con el paso del tiempo, es un sonido de paz totalmente gratuito que no tenemos que desperdiciar. En esta vida, casi todo esta valuado en dinero y olvidamos que lo más bello y lo que nos completa como seres, son cosas gratis, regaladas. Que más lindo que un regalo que podemos disfrutar cuando queremos, sin pagar, sin esperar, tan solo con desear, listo, uno tiene esos momentos inexplicables por los sentidos, pero tan lógicos para el alma.
Todavía no entiendo porqué tengo un blog, ya que no se escribir, todo lo que quiero expresar en palabras termina siendo otra cosa, las palabras precisas solamente acuden a los talentosos y aquellos que las saben usar para las descripciones más perfectas.
No, no se escribir, solo se leer, y me encanta. No hay nada más lindo, que la satisfacción de leer a los demás, a esos talentosos, a esos dichosos, a esos pequeños genios, anónimos en su mayoría. Porque no te estoy hablando de los grandes, de los nombres conocidos, te estoy hablando de los talentosos que escriben desde los lugares más remotos del mundo, las cosas mas maravillosas que uno puede leer. Gracias a cada uno de ustedes, muchos bloggers, muchos poetas, muchos que simplemente se sientan a escribir y hacen de lo cotidiano una mezcla de palabras de sentido tan profundo e inmenso como el mundo y que llega a mí como regalo, como ese regalo del mar, como ese regalo del sonido de las olas.
Hoy, desde esta mesa, al lado de esta ventanal, me siento a leerlos, a reflexionar e identificarme con sus historias y desde este lugar también, a homenajearlos por tanta belleza puesta en palabras.