24 de enero de 2010

La terapia del crochet

Siempre tuve curiosidad por las cosas que uno podía aprender sobre como crear a partir de uno, dos o tres elementos. Me parece maravilloso que el hombre mediante su energía pueda crear, pueda transformar, pueda darle vida a algo. Es una especie de acercamiento a la trascendencia, ya que, lo que creamos en algún lugar persiste con el tiempo.
Mi tía es una de esas personas. Siempre desde chica la observaba tejiendo al crochet, con una velocidad tremenda que asombra, teje y teje, hasta sin mirar los puntos y siguiendo una conversación. Nunca había tenido el coraje de tomar aguja hasta ahora, a mis 23 años, dónde las manualidades son una materia pendiente en mi vida. Fue un regalo de mi mamá, una aguja y un hilo gris con detalles en plateado. Me quede mirando las dos cosas por unos minutos, era un nuevo desafío.
Empecé con los puntos básicos, de a poco, tejiendo y desarmando lo que estaba mal para no desaprovechar el único ovillo de hilo que tenía. Con el paso de las horas, empezó a gustarme, estaba creando algo, todavía no había encontrado el uso al retazo que estaba haciendo, hasta que imaginé que quedaría muy bien en el borde de una toalla blanca sin gracia que tenía en el baño de mi pieza. Después empecé a imaginar otras cosas para hacer, un saco, almohadones, una cartera, etc.
Recomiendo como forma de terapia, es divertido, relaja y ejercita los dedos y la mente
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